jueves, 18 de diciembre de 2014

JORNADA DE DIFUSIÓN - A UN AÑO DE LA CONDENA

El viernes 12 de diciembre del 2014, a un año de la condena a cadena perpetua de los petroleros de Las Heras, realizamos en la ciudad de Rosario una jornada de difusión solidaria por su libertad y absolución, contra el Estado y sus cárceles. A continuación compartimos el material difundido durante el encuentro. 
¡Contra la represión! ¡Solidaridad y lucha!

12 de Diciembre 2014
¡LIBERTAD A LOS PETROLEROS DE LAS HERAS!
1 AÑO CONDENADOS A CADENA PERPETUA

  El día Viernes 12 de Diciembre del presente año, se cumple el primer aniversario desde que  la Cámara Oral Criminal de Caleta Olivia (Provincia de Santa Cruz) condenó con duras penas a diez trabajadores de Las Heras.
  Los condenados fueron llevados a juicio acusados por el homicidio del policía Jorge Sayago, ocurrido durante una pueblada en 2006, la cual fuera provocada tras la detención de un referente petrolero, en el marco de una lucha que estos venían librando para lograr su encuadramiento sindical en la rama productiva que les correspondía, incorporándose así a un convenio colectivo con mejores escalas salariales y condiciones de trabajo. También demandaban la suba del mínimo no imponible, monto a partir del cual los asalariados tributan el impuesto a las ganancias. 
Ramón Inocencio Cortez, José Rosales y Hugo González fueron condenados a prisión perpetua por homicidio agravado. Franco Padilla, por tener 14 años en el momento del hecho, fue sometido a “tratamiento tutelar”. Pablo Mansilla, Carlos Mansilla, Daniel Aguilar, Néstor Aguilar y Rubén Bach recibieron cinco años de prisión por coacción agravada. Darío Catrihuala, quien supuestamente disparó el arma contra Sayago y otros dos policías, recibió también cinco años de prisión por lesiones graves calificadas. Juan Pablo Bilbao y Alexis Pérez, quienes nunca fueron mencionados en ninguna declaración durante ni previa al juicio, fueron sobreseídos.
Luego de tres años de detención (2006-2009) en los que les arrancaron testimonios a través de tortura física y psicológica se les rearmó la causa en el 2010. Por la cual hoy el Estado intenta encarcelarlos de por vida. A un año de su condena, lo único que ha sido probado fueron los apremios y las torturas recibidas por los trabajadores, puesto que  la condena se baso en testimonios y sin ninguna prueba que de mayor sustento jurídico.
Si en el número anterior decíamos que "Esta región (por argentina), en particular, manifiesta además los indicios de una reorganización formal del aparato represivo: el nombramiento de ex represores en cargos estratégicos (Milani, Berni, etc.), la ley anti-terrorista y el proyecto de ley anti-piquetes, la direccionalidad de los aparatos de inteligencia (el Proyecto X, los casos de infiltrados en organizaciones de izquierda), la militarización de ciudades, la instalación de cámaras de seguridad, la incorporación de identificadores biométricos en los nuevos DNI, etc." En el presente, intentaremos dejar sentados acontecimientos que por su infamia condensan los aspectos mas sobresalientes de la violencia estatal durante un periodo signado por el recrudecimiento de la represión, sobre todo en la Zona Norte del Gran Buenos Aires, donde a principio de año se produjeron cientos de suspensiones y despidos que fueron impuestos por la patronal industrial, con gendarmería en la calle, con caranchos que se tiraban arriba de los autos, con infiltrados en las manifestaciones, con amenazas y persecuciones por parte de los sindicatos a los que resistían. Aparte de esto, en distintos puntos del país fueron encarcelados y liberados compañeros y compañeras que reclamaban mejoras condiciones de trabajo, el despliegue de las fuerzas armadas en las calles ha crecido, a la vez que la desocupación y el costo de vida se disparan. A continuación mas detalles sobre la vigilancia y el control del que hablamos:

PROYECTO X
Es una unidad especial de Gendarmería Nacional Argentina que contaría con una base de datos creada en el año 2002 y actualizada en el año 2006, obtenida mediante inteligencia y espionaje sobre militantes y organizaciones sociales. Esta base de datos permiten entrecruzar información y acelerar el análisis de información. No es ninguna novedad que el Estado tanto en democracia como en dictadura espía, controla y vigila. Por lo tanto no vamos a solicitar que lo hagan en un marco de legalidad. Mientras haya Estado habrá servicios de inteligencia y por lo tanto espionaje. 

LEY ANTITERRORISTA
Es una reforma al código penal que tipifica el terrorismo y define las “asociaciones ilícitas terroristas” como las que tienen como propósito «aterrorizar a la población u obligar a un gobierno o a una organización internacional a realizar un acto o abstenerse de hacerlo». A partir de ahora, puede ser “terrorista” cualquier persona u organización acusada de promover el odio, el terror, o que según el poderoso de turno ejerza “coacción agravada”, definición que queda abierta para que, según la ocasión, los jueces puedan calificar así la conducta que crean oportuna castigar. Este tipo de leyes son impuestas a los mismos gobiernos por las empresas que vienen a invertir a la región para asegurarse un mínimo de paz social y de herramientas de castigo ante las probables protestas por despidos, sueldos, desalojos y destrucción que la avaricia de cualquier empresa multinacional genera.

CONDENA A TRABAJADORES ESTATALES 
También en Santa Cruz los trabajadores, Patricia Benítez, Juan Jose Vera, Alberto Arteaga, Diego Reyes y Ernesto Gabriel Apendino fueron detenidos el 13 de octubre de 2013 cuando reclamaban por apertura de paritarias, mejoras en las condiciones de trabajo y aumento salarial. Fueron acusados de incendiar un edificio publico, sin prueba alguna contra ellos. A pesar de esto tambien fueron condenados pero quedaron libres por haber cumplido más de un tercio de la pena. La enfermera Patricia Benítez fue absuelta. Según  Arteaga : "fue todo armado por el gobierno, fue armado por los jueces, por los policías para que nosotros termináramos presos y atacar a la gente de Río Gallegos para que no salga más a pelear por aumento de sueldo".  En Argentina al día de hoy, hay mas de 5.000 procesados por luchar.

POLITICA DE ESTADO
Desde 1983 hasta nuestros días hay miles de casos de personas asesinadas por la represión, CORREPI en su presentación anual del Archivo de casos de personas asesinadas por el aparato represivo del estado, indica que "si acotamos el análisis de los datos a los últimos 11 años y medio, se advierten algunas diferencias significativas en los resultados que permiten caracterizar mejor la forma en que se reprimió durante las dos gestiones de gobierno kirchnerista: Total de asesinados por la represión estatal 2003/2014: 2.710, que representa el 63,35% del total desde diciembre de 1983."


INCREMENTAN LA PRESIÓN
En Buenos Aires 10.000 hombres y mujeres egresaron a fines de Noviembre y se incorporarán a la Policia Bonaerense. La cifra es extraordinaria dado que en años anteriores egresaban alrededor de 3.000 vigilantes por año. Los planes de Daniel Scioli es que a mediados del 2015 se implementen policías locales en los municipios y para este momento habrán 15.000 policías más. Por lo que la ya mencionada "participación policial en delitos comunes, vendiendo información, proveyendo zonas liberadas, proporcionando armas o interviniendo directamente en la organización de robos tipo comando, tráfico de drogas y autos robados, secuestros extorsivos, trata de personas, etc., incluso a veces como parte de “operaciones de prensa” para ganar prestigio desbaratando los ilícitos que ellos mismos generan, o para ganar espacios en sus disputas de poder internas." Se verá naturalmente incrementada.  

¡Contra el mundo del dinero, de la propiedad privada y el estado, ese mundo es un insulto a la vida humana!
 Hemos intentado en este numero, presentar casos de control y represión policial-estatal en la Argentina. Pero en otras partes del mundo los conflictos y las luchas se multiplican también, por eso compartimos aquí palabras y reflexiones en torno a problemáticas idénticas a las nuestras. 
La situación de nuestros compañeros/as por su urgencia y gravedad nos alejan necesariamente de las soluciones transmitidas por el miserable de Berni o políticos y sindicalistas, que desde los medios de comunicación argumentan las causas de nuestros problemas, los cuales  tendrían un carácter local como la corrupción o el desinterés de X funcionario.
 La situación de nuestros compañeros/as en esos "otros lugares del mundo" nos indican una vez más que existen condiciones mundiales en las que hombres y mujeres somos condenados a la miseria, a la enfermedad y la muerte. A lo largo y ancho del mundo, el andamiaje jurídico, estatal, político y económico se hace rápidamente visible a los ojos de aquellos que se presentan en desobediencia. A ellos se los encarcela, se les escriben causas a nuestras compañeras, se persigue a los combatientes y a sus seres queridos, se despide o los separan de los demás compañeros de sector, aquí y allá las medidas represivas por parte de los agentes del Estado alcanzan a menudo la muerte de muchos a quienes hoy no nombramos o que tampoco pertenecían necesariamente la clase trabajadora sindical o políticamente organizada, pero pongamos por ejemplo los casos de "gatillo fácil" en los que se asesina jóvenes de manera deliberada,  traemos a la memoria el caso del joven Franco Casco, desaparecido y asesinado por policías de la comisaria 7ma en Rosario. También el caso de los 43 estudiantes de México desaparecidos bajo circunstancias distintas desde septiembre en el Estado Guerrero a manos de los perros del orden y el narcotrafico. Nuestra posición debe ser  invariablemente contra el mundo de la mercancía que nos impone una totalidad de privaciones generalizadas, esto es, que no solo "alimento", "tierra" o "justicia", es lo que se nos niega  sino también y  ante todo, se nos arrebata una vida digna de ser vivida.
Estamos en contra de que el Estado reprima y estamos en contra del Estado como estructura de poder que garantiza nuestro sometimiento al trabajo, a la economía y a la moral burguesa. En contra de su monopolio de la violencia que se presenta como orden, paz y consenso mientras que si la autodefensa de los trabajadores y nuestros intereses se hace mediante la fuerza, si se vence el terror que le tenemos a los uniformes y nos apropiamos de lo que necesitamos, si paramos la producción o nos organizamos, a eso se le llama terrorismo y asociación ilícita. Para eso abren mas cárceles y  ponen mas policía,  solo bajo las condiciones de vida que se generan durante el dominio criminal del Estado y el Capital sobre la vida, las cárceles y la policía pueden ser considerados garantes del orden y no asesinos a sueldo.  ¡No son instituciones para satisfacer las necesidades humanas sino para defender un orden social desigual a sangre y fuego!
¡Contra la represión solidaridad y lucha!

Desde México

"Es en este contexto que debemos extender entre nuestra clase la solidaridad, una solidaridad viva, dejando de reproducir los discursos que emanan de la burguesía y por el contrario analizar las formas y métodos por los que intentan a toda costa dividirnos y polarizarnos más de lo que ya estamos, (...) ¿A quién no le conviene que decenas de hombres y mujeres eleven el tono de la protesta y ataquen la propiedad privada y los símbolos de la mercancía y los edificios que defiende el capital, que ostentan el poder y la opresión? Nosotros los explotados no perdemos nada cuando esto es atacado en una manifestación legitima de rabia, son ellos los que pierden;  la policía no necesita de provocaciones en las marchas, ellos siguen órdenes y si les ordenan atacar un contingente de gente pacífica  lo harán sin ningún remordimiento, como históricamente lo han hecho.
  Debemos  organizarnos llevando la bandera de la vida sobre la muerte que impone el sistema, debemos abrazarnos como explotados, caminando libres, caminando juntos, arremetiendo contra toda mistificación socialdemócrata  -que emana necesariamente del Estado y el capital- cualquier discurso de ellos es maquinado deshonestamente, no debemos perder de vista que somos nosotros y son ellos, no hay puntos medios, nunca los ha habido."  
Fraternalmente ex presos y ahora procesados políticos. México D.F. Invierno de 2014

Desde la región francesa

- Carta abierta a la madre de Rémi Fraisse

A continuación reproducimos algunos fragmentos de la carta abierta que Farid El Yamni,  hermano de Wissam, asesinado por la  policía en 2012 envió a la madre de Rémi Fraisse, asesinado por la policía en las primeras horas del 26 de octubre del 2014 durante una protesta contra una represa a instalarse en el humedal de Testet, cerca de Toulouse.  La muerte de ambos jóvenes desato hechos de violencia y reclamos en las calles:

 3 de noviembre del 2014

Le escribo esta carta en un tiempo que en París se condena a las manifestaciones violentas y se alaba a las sentadas pacíficas. Perdí a mi hermano en condiciones bastante similares a las que usted ha perdido a su hijo. Mi hermano, que cuidó mucho de mi madre, nos dejó y no volverá. La pérdida de mi hermano me causó un inmenso dolor que siento cada vez que el Estado asesina otra vez. “Allí, donde crece el peligro, también crece lo que salva”, dijo alguien. Cada vez que el Estado asesina también es una oportunidad para pararlo, forzarle a cambiar, y devolver la dignidad perdida a todxs lxs demás.La muerte de Rémi está ligada a mucho más que a la historia de una vida; está ligada a la vida de todxs nosotrxs, individual y colectivamente. La criminalización que ocurrió es terrible; fue lo mismo para nosotrxs. Me di cuenta más tarde de que fue deliberada. Sólo quería una cosa: que la Justicia llegase a la verdad y devolviese la dignidad que mi hermano merecía, en calma, y que esa historia beneficiase a todxs, a nosotrxs lxs gobernadxs con objeto de querernos mejor, igual que a la policía para reconciliarlos con la nación. Pensaba que la policía no podría aceptar asesinatos entre sus filas, no la conocía lo suficiente entonces. Estaba equivocado. Los barrios han ardido; llamamos a la calma: cada coche o contenedor quemado era percibido como un insulto, como una espina en pleno corazón, una espina que empujaban cada vez más adentro.
Luego pasó el tiempo, nos prometieron la verdad, pero no nos dieron nada excepto mentiras, nada excepto falsas promesas, como a muchxs otrxs antes de nosotrxs. La gente nos lo avisó, pero no les creímos. François Hollande, él mismo tomó a mi madre en sus brazos y le prometió que nos ayudaría a arrojar luz a la muerte de su hijo. Sin justicia ni verdad, vivimos el tiempo que pasaba como una sentencia de prisión. Estábamos aún en prisión, asfixiando y pidiendo ayuda a la Justicia.Y entonces nos dimos cuenta que nuestro caso no estaba aislado; otras tantas familias experimentaron, y todavía experimentan, lo mismo. ¡Hay tantas humillaciones y mutilaciones cometidas conscientemente por la policía y encubiertas por la Justicia, tantas!
También descubrimos cómo piensa la policía, es algo escalofriante.(...)
Entiendo las llamadas a la calma; nosotrxs hicimos lo mismo entonces. Usted también tiene que entender que mucha gente ya no crea en este sistema que da impunidad de facto a la policía. Tiene que entender que la no-violencia es concebible sólo si supones que el oponente es capaz de cuestionarse a sí mismo: ellos son humanamente incapaces de eso, porque consideran que poner en cuestión a la policía significaría poner en cuestión al Estado. Durante 40 años, la policía asesina con impunidad, repetidamente. Durante 40 años, hemos estado presenciando el mismo método de encubrimiento de los asesinatos del Estado, a pesar de los vídeos, lxs testigos, las evidencias. Durante 40 años, hay sentadas, manifestaciones, libros, declaraciones oficiales de políticos, declaraciones dirigidas al ministro del interior. Durante 40 años, eso no ha funcionado.
Aquí va como funciona: la agencia de noticias AFP emite la historia de última hora, el fiscal miente, se abre una investigación chapucera y de mala calidad que termina luego de muchos años en una condena ridícula, o incluso una falta de condena. Lo peor es que los que enterrarán el tema serán promocionados y los que asesinaron a nuestrxs hermanxs, nuestrxs hijxs o amigxs serán tratados como campeones por sus colegas. Esta es la realidad que usted va a experimentar también.(...)
Le escribo esta carta a usted, y a todxs lxs que lean mis palabras, para hacer saber que hoy, más que nunca, entiendo cómo la no-violencia en cuestiones de crímenes de Estado tiene sus límites. Porque por su impotencia, la no-violencia a veces es más condenable, más mortal que la violencia misma. Los que nos gobiernan son maliciosos, arribistas, sádicos y reincidentes. Hay que echarlos fuera por todos los medios que sean necesarios.

Farid El Yamni, hermano de Wissam El Yamni, asesinado por la policía el 1 de enero del 2012 en Clermont-Ferrand.

¡Abajo el Estado y sus cárceles!
¡Abajo el Capital!


Para descargar este material:

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lunes, 8 de diciembre de 2014

JORNADA DE DIFUSIÓN en la ciudad de Rosario

 
 A un año de la condena a cadena perpetua
JORNADA DE DIFUSIÓN: LIBERTAD A LOS PRESOS DE LAS HERAS
Viernes 12 de diciembre a las 18.00 hs.
en Plaza Sarmiento (Entre Ríos y San Luis) 

El día Viernes 12 de Diciembre del año 2014 se cumple un año desde que la Cámara Oral Criminal de Caleta Olivia (Provincia de Santa Cruz) condenó con duras penas a diez trabajadores de la ciudad de Las Heras. Sin embargo, lo único que ha sido probado fueron los apremios y las torturas a las que sometieron a los trabajadores, puesto que  la condena se basó en testimonios y sin ninguna prueba. 

Invitamos este viernes 12 de Diciembre a una nueva jornada de difusión solidaria que estaremos realizando por la libertad y absolución de los petroleros de Las Heras.
¡Contra el Estado y sus cárceles!

martes, 9 de septiembre de 2014

Recibimos la siguiente invitación de compañeros de la F.O.R.A a la jornada de difusión que se realizará por la libertad de los petroleros en la ciudad de Rosario, Sta. Fe:

VIERNES 11 DE SEPTIEMBRE a las 18:30 hs Plaza Montenegro (San Martin y San Juan) Estaremos realizando una jornada de difusión sobre la situación de los compañeros condenados a cadena perpetua por luchar en Las Heras, Provincia de Santa Cruz. ¡Por su libertad y absolución!

Sigamos fortaleciendo vínculos solidarios entre explotados y acciones de apoyo mutuo contra los patrones,¡Acérquense!
Sociedad de Resistencia de Oficios Varios ROSARIO
(F.O.R.A.-A.I.T.)

domingo, 3 de agosto de 2014

Recomendamos: CUANDO LOS MALES LLEGAN...


Alerta antirrepresiva para contagiarla, mejorarla y hacerla práctica. Sobre la invasión de Gendarmería y la represión del Estado capitalista en la región argentina.

(...)Esta alerta antirrepresiva es impotente si seguimos siendo espectadores, si no la hacemos propia para contagiarla, mejorarla y hacerla práctica. Es nuestra responsabilidad responder o no responder ante la explotación y a la represión. De nosotros depende.

Julio de 2014, en algún lugar del estado argentino.

 >>> Aquí el archivo para descargar e imprimir.

miércoles, 23 de julio de 2014

domingo, 15 de junio de 2014

Material para difusión

LA MISERIA PETROLERA

El pueblo santacruceño de Las Heras había sido, desde su fundación como parada intermedia del ferrocarril, un pueblo patagónico de no más de mil habitantes. Fue con la llegada de YPF, en los años ’60, que se inició un marcado crecimiento demográfico. Paralelo a éste, los propietarios de las estancias comenzaron a vender sus terrenos para la instalación de pozos, disminuyendo paulatinamente la actividad ganadera. Esta dependencia respecto a las actividades petroleras, hizo que el pueblo parezca más un ingenio, o un campamento corporativo, que un pueblo propiamente dicho.
La privatización de YPF, en 1991, tuvo por estas razones, un profundo y devastador impacto en el pueblo. Cabe recordar que el mayor impulso a esta medida vino de la mano de la OFEPHI, organización que nuclea a las gobernaciones de las provincias petroleras y cuya presidencia era ejercida justamente por el entonces gobernador de Santa Cruz, Néstor Kirchner. Por el remate de la empresa, las provincias de la OFEPHI recibieron cuantiosas sumas monetarias. La gobernación santacruceña adquirió, con parte de ese dinero, acciones de Repsol-YPF, transformándose en accionista de la misma.

La población local fue blanco no solo de todos los ajustes salariales del gobierno provincial y nacional, sino también de las estrategias precarizantes de las empresas petroleras. Esto, que no ha cambiado en la última década, moldea todavía hoy el panorama social de Las Heras. Una gran cantidad de trabajadores son llevados por las empresas desde distantes localidades para ejecutar trabajos por tiempos limitados. Por supuesto son moneda corriente los contratos “flexibilizados”, que hacen depender al trabajador de la renovación  del contrato mes a mes. Los salarios son relativamente bajos cuando se considera el coste de vida de la región y el riesgo físico del trabajo en los pozos petroleros.

Las estrategias de flexibilización, precarización y tercerización encuentran allí su expresión más pura. En 1995 el desempleo trepó al 25% y 7000 personas emigraron. La población local, predominantemente masculina, registró fuertes problemas de alcoholismo y de violencia familiar y callejera. Entre 1997 y 1999 veintidós adolescentes y niños protagonizaron suicidios y, otros tantos, intentos fallidos.

La situación de los trabajadores revela además la complicidad de la burocracia sindical para con la patronal. Mientras el secretario general de los petroleros declaraba: «acompañamos al compañero Kirchner desde 1987»[1], los trabajadores de las compañías tercerizadoras estaban incluidos bajo convenios funcionales a la patronal. Ese es el caso de los empleados de Indus (una contratista de YPF) que estaban encuadrados como trabajadores de la construcción, en un convenio de UOCRA, de forma que su salario era muy inferior al del resto de los petroleros.


LOS PETROLEROS SE ORGANIZAN

A fines del 2005 los trabajadores bajo ese convenio obtienen un tímido aumento salarial que busca compensar la creciente inflación. Sin embargo, este aumento hace que su salario sobrepase el mínimo no imponible del impuesto a las ganancias, establecido en 1992. El 23 de diciembre los trabajadores entran en conocimiento de que por este impuesto no se les pagará el aguinaldo. Tras hacer un infructuoso reclamo, los trabajadores de Indus organizan una asamblea en la que deciden hacer un paro por tres días. La medida inicia el 26 de diciembre del 2006 y a ella se adhieren los trabajadores de Serpecom Metrapek. Finalmente la patronal accede a pagar el aguinaldo.
Es gracias a esa medida de lucha que los trabajadores “de la construcción” de Las Heras entran en contacto con delegados de trabajadores petroleros de varias empresas. Estos últimos estaban planificando tomar medidas por el mismo reclamo y querían la colaboración de los compañeros de Las Heras. Ambos grupos acuerdan plegarse a una misma medida de lucha para reclamar por la suba del mínimo no imponible del impuesto a las ganancias, que afectaba a los petroleros y para que los trabajadores bajo el convenio de la UOCRA pasen al convenio que les correspondía, el de los petroleros.

El 23 de enero los trabajadores lanzan un nuevo paro, pero los petroleros no se unen: pese a las intenciones de los delegados, siguen debatiendo en asamblea si adherir o no a la medida. Los trabajadores bloquean los accesos a los pozos, para que los petroleros no puedan trabajar, logrando a la vez debatir con ellos. El tercer día de paro ejecutivos de YPF y miembros de la UOCRA convocan a los trabajadores a una reunión en el Ministerio de Trabajo, proponiéndoles la firma de un acta donde se comprometían a traspasarlos al convenio de los petroleros, pero a condición de desistir del paro y no plegarse a la medida de lucha que los petroleros estaban todavía debatiendo. Mientras esto sucedía, algunos delegados iban siguiendo la asamblea de los petroleros, que se trasmitía radialmente. «Entonces, en un momento [los petroleros] dijeron: “Bueno, ¿vamos al paro o no vamos al paro?”. Y el grito de todos los petroleros fue: “¡Vamos al paro!”. Ahí nos invadió la alegría a todos nosotros, el abrazo entre todos los compañeros porque íbamos a tener un apoyo. Porque hasta ese momento lo que íbamos a tener era un papel, una promesa con el Ministerio de Trabajo y todo lo demás, una promesa… Pero habíamos escuchado esa fuerza de los trabajadores y la alegría nos invadió, nos caían lágrimas de lo contentos que estábamos. “Vamos al paro, se va todo a la mierda”, dijimos los delegados y subdelegados de las empresas. Dejamos todo y nos fuimos. Nos fuimos y continuamos el paro. Se nos unieron los petroleros y fue así que estuvimos varios días. Nos organizamos. Con los petroleros, con los delegados, dijimos que iba a haber un vocero para que nadie anduviera hablando por ahí, porque siempre la prensa preguntaba y preguntaba y nos preguntaban a todos. Entonces, para que no hubiera una mala comunicación, quedamos en que todo lo que se decía, lo decía el vocero. Se eligió a Mario Navarro como vocero. Él decía todo lo que salía de nosotros. Fueron varios días de piquetes. En total, veintitrés días de paro. Fue muy largo. Para febrero ya había llegado la GEOP (Grupo Especial de Operaciones Policiales), habían llenado Las Heras. No se podía salir a la calle por la noche. Allanaban los boliches, pedían documentos por todos lados. Estaba militarizado. Los mismos compañeros que estaban de paro tenían muchísimo miedo, porque al salir te hacían cagar. Si salías de noche y tenías cabello largo, te pelaban. En serio, es posta: eso pasaba cuando estábamos de paro. Le hacían tener miedo a la gente, el miedo era terrible porque andaban en camionetas sin patente, se bajaban y eran robocops, daban muchísimo miedo. Ya se sabía que iban a detener a los cabecillas de esto, a los delegados. Había rumores por todos lados, por la radio, de lo que iba a pasar. Ya se sabía.»[2]


 LA BURGUESÍA RESPONDE

El 6 de febrero, luego de dar una entrevista en FM Radio Soberanía, la policía detiene a Navarro, y lo encierra en la alcaldía, sede policial desde enero de ese año. Cuando se busca averiguar las causas de la detención, la policía responde que Navarro estará incomunicado por 48 hs y que posteriormente serán publicadas las causas del arresto.
Aproximadamente cien petroleros comienzan a reunirse frente a la alcaldía, desobedeciendo las órdenes de dispersarse de la policía y reclamando la libertad de Navarro.

Tras efectuar dos disparos al aire, la policía empieza a reprimir con balas de goma y gases lacrimógenos, que son respondidos con piedras por parte de los manifestantes. Los varios testimonios sobre lo que pasó a continuación son confusos y contradictorios. Según Adrián Saucedo la policía efectuó una maniobra de pinzas en conjunto con el GEOP.

Mientras tanto, los petroleros que estaban llevando a cabo los piquetes se reúnen en la entrada de Las Heras y desde allí marchan hasta la alcaldía donde, pese a los gases y disparos de la policía, llegan a concentrarse mas de mil personas, revelando el amplio apoyo popular de la población para con los trabajadores y la hostilidad que los “agentes del orden” habían logrado ganarse.

«En un momento los policías apagaron las luces y quedamos en medio de una oscuridad total. No dejaban de disparar. Fue una eternidad. Nosotros pensábamos que tiraban con balas de plomo, escuchábamos el ruido de los tiros y el sonido del silbido de las balas, que nos rozaba las caras, todo sin detenerse, en medio de la oscuridad, y cuando corríamos se podía ver a gente tirada en el piso y no se sabía si estaban heridas o qué. Todo en medio del caos, hasta que de repente se empezó a escuchar el grito de que había caído uno. “Cayó uno”, decían. Había un oficial tirado, y los otros oficiales lo llevaban para adentro, y de la alcaldía salía la ambulancia. Nosotros no sabíamos qué pasaba.»[3]

El policía muerto era Jorge Sayago. Nacido en Formosa y radicado en Caleta Olivia, había sido trasladado ese mismo día a Las Heras para “hacer algunas detenciones”. El peritaje forense, llevado a cabo por el pediatra José R. Antipani, concluyó que pese a la herida de bala y la puñalada, la causal de su muerte fue una hemorragia intracraneal provocada por un golpe en la parte trasera del cráneo.

Sayago no había sido el único herido, según los propios policías, otros cinco recibieron impactos de balas en partes del cuerpo descubiertas por los chalecos antibalas. Incluso las dos ambulancias que trasladaron a cuatro policías heridos primero, y luego a Sayago, presentaban agujeros de balas. El entonces diario oficialista Clarín reportaba que la comisaría había recibido la inverosímil cantidad de 130 impactos de balas.[4] Los peritajes aseveraron que en los disparos se utilizó munición de calibre 22 de punta hueca, prohibida por las convenciones internacionales de guerra desde 1899, pero usada por la Policía Federal. Otros ocho dijeron haber sido heridos por piedras de los manifestantes. Luís Bicego, párroco de Las Heras declaró en una entrevista que: «(…) después de algunos meses esos policías me vinieron a ver para que los acompañara en el reclamo de sus derechos porque, según me dijeron, no los habían indemnizado ni los habían ascendido. Y fue entonces que me contaron que ellos, el grupo de policías, venían esa noche de una Fiesta de las Cerezas de Los Antiguos. Y recibieron la orden de entrar a Las Heras para controlar el reclamo, pero con la orden expresa que tenía que suceder algo grande para que pudiera intervenir la Gendarmería.»[5]

Efectivamente, el 9 de febrero comienzan a arribar efectivos de gendarmería a Las Heras, enviados desde el gobierno nacional. Los petroleros deciden no confrontar con ellos, y desalojan pacíficamente los piquetes. Con el paso de los días, los efectivos de gendarmería llegaron a ser, según algunas fuentes, más de 300, y a ellos se sumaron efectivos policiales y de inteligencia.

Esta numerosa presencia policial permite iniciar una persecución que evidencia estar claramente destinada al desmantelamiento de la organización obrera. El mismo párroco citado recuerda que: «Volví de Italia después de una semana y acá había una cacería. Me hacía acordar la época de la represión militar, que tuve que sufrir en Buenos Aires. Agarraban a uno, lo torturaban para que dijera quién estaba al lado suyo aquella noche. Una cacería que hacía el grupo especial. Retenían a los detenidos en cualquier lugar. Los golpeaban. A los seis que fueron detenidos y llevados a Puerto Deseado los torturaron todo el trayecto, que tiene más de 300 km de distancia. El comisario Masterano, que recibió a los presos en Puerto Deseado, informó el estado de la golpiza y ese informe le costó la carrera, ya que nunca más ascendió. La gente tenía miedo. Por eso se empezó a refugiar en la escuela de la parroquia. La policía iba a las casas. A un hermano de los imputados lo confundieron y entraron a la casa y lo golpearon delante de la mujer y los hijos. Tenía problemas de columna y se tuvo que operar. La gente se mantuvo refugiada en estas instalaciones durante veinte días, había hasta cien personas en este lugar. La gente que había quedado herida aquella noche se presentaba en el hospital y quedaba presa. (…) Esas semanas parecían ser una copia de lo que sucedía bajo la dictadura.»[6]

Lo que hasta ese momento había sido un cerco informativo sobre la lucha de los trabajadores, se convirtió a partir del 8 de febrero en una avalancha desinformativa. La prensa burguesa se enfocó en hacer resonar las versiones oficiales, incluso con todas sus incoherencias. Si se cubrió la represión fue solo para darle el carácter de “versiones” o “denuncias” (que evidentemente no merecían ser investigadas) para ser posteriormente caracterizadas como “excesos” colaterales de la investigación. 


LA CONDENA

En junio del 2013 comenzó en Caleta Olivia el juicio oral por la muerte de Sayago. La investigación previa, instruida por la jueza Graciela Ruata de Leone, no investigó los rumores que decían que la multitud estaba infiltrada. Tampoco se investigó la responsabilidad de la jerarquía policial y judicial que ordenó reprimir una población que sobrepasaba y tenía rodeados a los efectivos y que solo después de la muerte de Sayago ordenó liberar a Navarro. No se investigó a los comisarios que estaban dentro de la comisaría, coordinando la represión con el grupo GEOP y con el grupo de policías de Caleta Olivia.
Varios testigos, que admitieron ser torturados o intimidados durante sus declaraciones, afirmaron que los disparos provinieron de los rifles de dos hombres. Tal arma nunca fue encontrada, aunque se le imputó a uno de los acusados la tenencia de un revolver calibre 22. Las balas disparadas no pudieron ser auditadas para establecer si ese arma había disparado porque estaban fragmentadas, algo común en las municiones de punta hueca.

Lo único que fue probado en el juicio fueron los vejámenes policiales, y que, los testimonios arrancados con torturas e intimidaciones, eran tan incoherentes como los planes policiales para establecer un chivo expiatorio. Se reconoció el uso de las instalaciones de la vialidad municipal como centro clandestino de detención y tortura, la utilización de vehículos sin patente para amedrentar e intimidar a la población y a los abogados de la defensa.

Mientras esto pasaba, algunos “sospechosos” ya estaban detenidos. «Estuve tres años preso, conocí a mi hija estando preso, porque ella tenía un mes cuando a mí me metieron preso. Me perdí de verla caminar por primera vez, me perdí muchas cosas de mis hijos y no quiero seguir perdiéndome cosas de mi familia.»[7]

En diciembre de ese mismo año la justicia finalmente llegó”, condenando sin pruebas a trece trabajadores minuciosamente seleccionados, o bien por su participación gremial, o bien por “portación de apellido”. Ramón Inocencio Cortez, José Rosales y Hugo González fueron condenados a prisión perpetua por homicidio agravado. Franco Padilla, por tener 14 años en el momento del hecho, fue sometido a “tratamiento tutelar”. Pablo Mansilla, Carlos Mansilla, Daniel Aguilar, Néstor Aguilar y Rubén Bach recibieron cinco años de prisión por coacción agravada. Darío Catrihuala, quien supuestamente disparó el arma contra Sayago y otros dos policías, recibió también cinco años de prisión por lesiones graves calificadas. Juan Pablo Bilbao y Alexis Pérez, quienes nunca fueron mencionados en ninguna declaración durante ni previa al juicio, fueron sobreseídos.

Los jueces fundamentaron sus condenas basándose solo en uno o dos testimonios por trabajador condenado y sin ninguna evidencia material. Además cerraron el caso sin siquiera tratar muchos de los aspectos centrales, como por ejemplo, la identidad del supuesto francotirador que algunos de esos mismos testimonios afirmaron ver, o las responsabilidades de la jerarquía policial en el caso. ¡Cuánta ceguera mental hace falta para no ver que los jueces no tienen ninguna intención de hacer lo que ellos llaman justicia! ¡Cuán obvio es que solo les importa castigar a los trabajadores y desmantelar su lucha!


MÁS ALLÁ DE LOS PETROLEROS DE LAS HERAS

Aunque la amenaza de que los trece trabajadores condenados vayan a la cárcel obliga a priorizar la cuestión de la condena, ésta es solo un episodio de lo que fue toda la orquestación represiva contra el movimiento de los petroleros. Entendido así, en su globalidad, el hecho represivo ya no puede ser atribuído solo a unos jueces, comisarios, policías o políticos. La militarización de Las Heras y la subsecuente “caza de brujas”, se realizaron para desbaratar una organización que hubiera podido reducir las ganancias de las empresas petroleras y del Estado.
Incluso se puede levantar todavía más la mirada. Hechos como este, que se repiten a lo largo del globo y a lo largo de la historia, hacen parecer la cuestión represiva como una manifestación concreta, como hecho. Pero la represión propiamente dicha está encarnada en la misma existencia de este sistema y se mantiene latente solo gracias al estado de sumisión logrado. Por eso la cantidad de hechos represivos y su violencia puede oscilar según sea más o menos requerido por situaciones particulares y según tenga la burguesía más o menos herramientas a las cuales recurrir para desactivar una determinada lucha, pero el aparato represivo y su acción manifiesta u oculta son una necesidad constante de este sistema.

Ahora bien, constante no quiere decir estática. No son solo los aparatos militares y policíacos los que están en permanente renovación, incorporando nuevas tácticas y tecnologías; las funciones de vigilancia se profundizan transversalmente en toda la población. Esta región, en particular, manifiesta además los indicios de una reorganización formal del aparato represivo: el nombramiento de ex represores en cargos estratégicos (Milani, Berni, etc.), la ley anti-terrorista y el proyecto de ley anti-piquetes, la direccionalidad de los aparatos de inteligencia (el Proyecto X, los casos de infiltrados en organizaciones de izquierda), la militarización de ciudades, la instalación de cámaras de seguridad, la incorporación de identificadores biométricos en los nuevos DNI, etc.

Todo esto ocurre frente a una ínfima oposición, y lo que es peor, frente a una sustancial aceptación y apoyo por parte de quienes son su verdadero objeto de control. El Capital nos educa desde niños, haciéndonos aceptar y hasta desear su esclavitud asalariada. No solo se ha logrado así la aceptación de la represión constante que significa el Capital, sino incluso la imposibilidad de imaginar alternativas a este sistema de esclavitud asalariada. Es predecible que quien se encuentra ajeno a la historia de su clase y cree ingenuamente que “el Estado está para representarnos, la policía para protegernos y los jueces para hacer justicia”, limite su reclamo por el conflicto de Las Heras a jueces más justos, policías menos corruptos y políticos más representativos.

Podríamos, como todo buen político, congraciar con todo este pensamiento común, reclamar la liberación de los petroleros bajo consignas contra la corrupción policial, contra la parcialidad de los jueces, o contra el “derechismo del gobierno”. Podríamos decir, por ejemplo, que esto podría evitarse con comisarías bajo control vecinal, juicios por jurados de pares, y con más diputados “trabajadores”. Pero sabemos que presentar estas “injusticias” como defectos subsanables de las mismas instituciones que mantienen este sistema de explotación no solo es una mentira, sino que oculta la violencia total y cotidiana del Capital y el Estado.

No podemos escindir la lucha por la liberación de los petroleros de la necesidad de una transformación radical de la sociedad. La reorganización del sistema represivo no puede combatirse legitimando sus instituciones, haciendo de los hechos represivos excesos limitables. Tampoco puede combatirse con reformas, porque éstas son justamente los mecanismos que le dan vitalidad a su existencia. El sistema represivo solo puede combatirse con la organización de los explotados, de quienes mantenemos con nuestro trabajo su existencia, y cualquier rodeo reformista no es más que una trampa en la que debemos evitar caer. La destrucción de las herramientas con que se mantiene este sistema no es un objetivo a largo plazo, sino el camino que debe seguirse en cada lucha.


¡Abajo el Estado y sus cárceles, policías y milicos!
¡Abajo el Capital!


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[1]              Cita a Hector Segobia, en http://www.elmilitante.org/amrica-latina-principal-137/argentina-principal-139/3088-sobre-la-lucha-de-los-trabajadores-petroleros-de-la-patagonia.html
[2]              Adrián Saucedo, trabajador de Indus, testigo de la causa Sayago. Entrevistado en El Kirchnerismo feudal, Diego Rojas.
[3]              Ídem.
[4]              Las Heras: detienen a otros diez sospechosos por el crimen del policía. En http://edant.clarin.com/diario/2006/03/10/elpais/p-01501.htm
[5]              Absolución: la voz del párroco de Las Heras, ANRed. En http://www.anred.org/spip.php?article7240
[6]              Luis Bicego, párroco de Las Heras. Entrevistado en El Kirchnerismo feudal, Diego Rojas.
[7]              Ramón Cortéz, entrevistado en GEN FM. Tomado de http://www.marcha.org.ar/index.php/nacionales/144-nacionales/5001-las-heras-nunca-pudo-haber-salido-el-balazo-de-la-manifestacion

sábado, 7 de junio de 2014

Jornada de difusión por la Libertad a los petroleros de Las Heras

Jornada de difusión por la libertad a los petroleros de Las Heras realizada en
la Plaza Montenegro. Rosario, Sta. Fe, Argentina.









jueves, 8 de mayo de 2014

En 1877 Kropotkin afirmaba: «¿Qué hacer para mejorar el sistema penal? Sólo hay una respuesta: nada. Es imposible mejorar una cárcel. Con excepción de unas cuantas mejoras insignificantes, no se puede hacer absolutamente nada más que demolerla.» (Piotr Kropotkin, Las Prisiones).
Hacemos esta jornada hoy, en una ciudad con sus barrios sitiados por la gendarmería, helicópteros vigilando todo el día y, como frutilla del postre, un proyecto de los diputados del oficialismo para controlar la protesta, hermanados con la oposición, como no podía ser de otra manera, a la hora de reprimir.
La crisis mundial se empieza a sentir con más fuerza en la región argentina después de un par de años en los cuales se repetía como loros que la pasaríamos por al lado. La inflación y el impuesto al salario han recrudecido aún mas las condiciones de vida de los trabajadores, ocupados y desocupados.
En este contexto es cuando se multiplican las protestas y las movilizaciones, aunque solo sean para “vivir mejor” y la mayoría carezcan de consignas revolucionarias. Se sale a la calle para pelear por el salario, por mejores condiciones laborales, por trabajo, etc. Para la burguesía eso ya es motivo de alarma y prepara el terreno para que la disconformidad no rebalse los canales legales y políticos.
Este es por ejemplo el caso de los petroleros de Las Heras, que sin embargo, va mas allá de ellos, convirtiéndose en un ataque y en un intento de meter miedo al resto del proletariado.
Como si habría que dudar del papel represor del Estado hacia el proletariado, la realidad se impone una vez más. Esta función es intrínseca a la sociedad de clases en la que vivimos. Cada vez que le sea necesario el Estado no dudará en controlarnos, encerrarnos en cárceles y asesinarnos.
Desde la imposición del trabajo asalariado, hace más de dos siglos, han ido también expandiéndose las instituciones de control sobre la población: policías y cárceles.
En un mundo donde se nos priva de todo, se hace necesario para la burguesía controlar y amedrentar a los proletarios a fin de que cumplan su rol sin cuestionarlo. Solo trabajar y consumir.
La persecución y el encierro se hacen más terribles, ya no sólo cuando se quiebra la ley y se viola la propiedad privada de manera individual, como el delincuente común, sino cuando existe una práctica que intenta extender estos delitos con objetivos revolucionarios. Y es que la revolución solo puede hacerse violando y aboliendo estos dos principios y derechos burgueses. Todos los revolucionarios son en determinado momento delincuentes al evitar y negar el lenguaje político del Estado ya que, como bien decían unos compañeros franceses en los '80: «(…) el fin que persiguen los partidarios del Estado y los defensores de la sociedad existente es que los pobres no sepan hablar más que para dirigirse a sus amos. (...) Esta mentira, que no data precisamente de ayer, tiene la finalidad de civilizar, una vez, la revuelta de los pobres.» (Os Cangaceiros, Prisioner Talkin'Blues)
Así fue históricamente y por eso el proletariado revolucionario a través de los tiempos cuestionó y rechazó las cárceles, porque la situación de los llamados presos políticos y de la mayoría de los presos en general es parte de la dictadura de la propiedad privada sobre la vida.
Recordemos y aprendamos de la campaña que mantuvo el proletariado durante veinte años para conseguir la libertad de Simon Radowisky, preso en la cárcel de Usuhaia, incluyendo la ejecución de planes para su fuga. De las huelgas y disturbios que se vivieron en -literalmente- ¡todo el mundo! para salvar a Sacco y Vanzzetti de la pena de muerte. Desde Tokio a Londres, de París a Barcelona, aquí en Rosario y en Buenos Aires, donde además de los multitudinarios mitines se realizaron atentados al City Bank y a la embajada norteamericana.
O también la campaña sostenida por más de diez años en favor de los presos de Bragado, víctimas de uno de los tantos montajes contra el proletariado surgido del golpe de Uriburu.
Más acá en el tiempo, acordémosnos de la experiencia durante el franquismo de la Coordinadora de Presos en Lucha, constituida no sólo por presos políticos sino incluso por presos comunes. O de las diferentes manifestaciones, también a nivel mundial, para pedir la libertad de los compañeros de Chile encerrados a causa de los llamados “Caso Bombas” ya concluido, y "Caso Security" aún en vigencia y en juicio.
Hoy también con los petroleros de Las Heras empiezan a asomar en esta región y a nivel mundial diferentes manifestaciones de apoyo para lograr su completa libertad.
Asímismo advertimos que, para enfrentar la represión, debemos además esquivar las falsas criticas que se escuchan a menudo por parte de organizaciones políticas, incluso de aquellas autoproclamadas revolucionarias.
Una de estas falsas críticas es que la revela que las fuerzas de seguridad han logrado una gran autonomía del Estado y que, por lo tanto, su accionar es incontrolado.
Otra, similiar, es aquella que plantea que la corrupción ha penetrado demasiado dentro de estas fuerzas y es necesario depurarlas.
Finalmente está la que cree que este gobierno es el gobierno de los Derechos Humanos y que por ende es incoherente que reprima.
Veamos. Las dos primeras afirmaciones no hacen más que deslindar responsabilidades de la burguesía en la represión. Si bien es cierto que las fuerzas represivas están podridas de corrupción, en ningún caso se pueden pensar como autónomas del Estado. Todo lo que hacen, desde liberar zonas o introducir droga en un barrio o en una cárcel, hasta asesinar a balazos o con gas lagrimógeno a proletarios en lucha, depende de desiciones e intereses politicos del oficialismo o la oposición. Aún cuando estas fuerzas fueran extremadamentes "limpias" sería lo mismo y su función no cambiaría para nada, ya que seguirían siendo los defensores de la miseria cotidiana. Esa es su función.
Obviamente esto tira por el suelo las falsas soluciones ciudadanistas de la izquierda: asambleas para elegir comisarios, jefaturas o comisarías bajo el control de vecinos, apoyo de estos grupos a los reclamos salariales de la policía a fin de “educar” o “influir” en ellos. Soluciones que no son otra cosa que elegir la bala con la que van a matarnos. Estas practicas desvían la verdadera lucha: acabar con la explotación capitalista y la propiedad privada a fin de que estas instituciones no tengan sentido de ser.
Y sobre los Derechos Humanos: éstos y la represión conviven perfectamente. No son más que una careta amable del ciudadanismo que no hace más que remachar la vida dentro de la ley y el orden. Los DDHH nada tienen que ver con no reprimir, porque son válidos en tanto no se quebrante la ley y sigamos con las obligaciones que la burguesía impone. Dijo Marx en 1844: «Ninguno de los llamados derechos humanos va por tanto mas allá del hombre egoísta, del hombre como miembro de la sociedad burguesa, es decir del individuo replegado sobre sí mismo, su interés privado y su arbitrio privado y disociado de la comunidad.» (Karl Marx, La cuestion judia)
Podemos tener DDHH, pero todo los días nos enfrentemos con la miseria material y espiritual de nuestras vidas cotidianas, el trabajo, el dinero, la contaminación. Y si osamos rebelarnos y salirnos de los canales ciudadanos dispuestos para reclamar, caen el Estado con sus DDHH y nos acribilla. Es el legalismo extremo. Es la igualdad del Capital.
La lucha revolucionaria va mas allá de los DDHH y estos últimos doce años en la región argentina lo demuestran tajantemente. Los DDHH pueden estar plenamente vigentes, cualquier gobierno más o menos despierto los puede acuñar, en tanto no afectan en lo más mínimo los intereses del Capital.

Es necesario reconocer nuestro lugar, dejar atrás absurdas divisiones burguesas y hermanarnos todos los proletarios del mundo contra la cárcel y sus defensores, contra el Capital, por la vida.


¡Los petroleros de Las Heras somos todos! ¡Tocan a uno y nos tocan a todos!